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¿Por qué nos cuesta relacionarnos con nuestra jefa?


En entrevista, recientemente, escuché decir al CEO de Gallup, John Clifton, decir que una de las razones que tienen mucho peso para los empleados, al momento de elegir si partir o no de su trabajo, es el estado de sus relaciones. Cuando tienes amigos en el trabajo, es más probable que desees permanecer en él.


Uno de los hallazgos que me parece igual de valioso, en el libro It´s the Manager, es que nuestra relación con la jefa o el jefe contribuye, en gran medida, a nuestro nivel de compromiso laboral y bienestar personal. Desarrollar relaciones satisfactorias en nuestra vida es una necesidad tan esencial como la de tener un buen sueldo, en el trabajo.


Sabemos que relacionarnos es un arte que conlleva tiempo, paciencia y dedicación, en particular, cuando sucede un problema en el trabajo. Una de las fuentes de mayor toxicidad se trata de la culpa. Ya sea que la otra persona o tú experimenten culpa, la relación requiere reparación.


Aquí te compartimos la bondad de la inocencia y cómo cultivarla de tres maneras en tus relaciones.


La bondad de la inocencia


Cuando las cosas en el trabajo se ponen ríspidas, nota cómo dentro de ti o en la otra persona hay una afirmación verbal o no que dice: “alguien fue el culpable de esto”. Ese alguien puede ser tú, a los ojos del otro. O, a los tuyos, fue la otra persona. Por lo general, las dos perspectivas ocurren a la par.


Cuando la culpa nos ha inundado, solemos experimentar un mundo de emociones: vergüenza, impotencia, soledad, deseo de devolver “el golpe”. La culpa no se resuelve pensando que el otro es culpable; eso solo la exacerba.


Hoy puedes realizar estas 3 acciones que te ayudarán a reparar y no dejar que la culpa se quede como sedimento tóxico en tus relaciones.


Solución 1 – Más allá de lo ocurrido, enfócate en lo bondadoso

  • Trata de no sobre-enfocarte en lo que pasó, aún si al principio es difícil para ti.


  • Pausa en ese momento tu mente, y trae la atención a ti.


  • Reflexiona: hay una bondad innata desde el día que naciste. Esa bondad te ha permitido pasar por alto los errores de otras personas. ¿Te acuerdas? La mejor manera de recordarla es repitiendo esta afirmación:


Veo la bondad a mi alrededor, porque dentro de mí hay bondad.



Solución 2 – Abre la puerta a la compasión

  • A veces, parece que la mente se queda como tecla trabada de teclado, repitiendo la misma historia y la serie de cosas que hizo mal la otra persona. E inconscientemente queda guardado.


  • Una de las soluciones que puede venir a nuestro es una pregunta reflexiva en el programa de estudio de Un Curso de Milagros:

¿Me condenaría a mí misma por lo mismo?


  • “Pero si yo nunca he hecho ni haría algo así”, es algo que me he escuchado decir a mí misma.


  • Entonces, recuerdo las ocasiones en las que he cometido errores y los demás lo pasaron por alto. Esta pregunta es la llave maestra a la compasión.


Solución 3 – Practica la invulnerabilidad

  • A mi hijo de 5 años le ha gustado mucho la idea de que porta un manto invisible protector, que nadie o nada puede traspasarlo. Esta idea surgió a raíz de explicarle que nadie tiene derecho a lastimarlo porque él tampoco tiene derecho a traspasar el manto protector de nadie más.


  • Cuando aplicamos esta verdad a nuestro mundo de pensamientos y emociones, es un hecho, que nadie puede meterse a nuestra cabeza o corazón para lastimarnos. Pero parece que negamos este hecho cuando pensamos que la otra persona es culpable o nos ha lastimado.


  • Una afirmación que puede ayudarte a reducir esa percepción es:


Soy dueña de mis pensamientos, emociones y experiencias. Soy invulnerable, porque decido cómo vivir y crecer a través de esta experiencia.


Aunque es más fácil decir que hacer estos pasos, su práctica nos permite curar nuestra mente de la toxicidad que representa la culpa. Ver a los demás como culpables actúa en nuestra contra.


Dejamos de ver la bondad inherente de cada persona. Desaprovechamos oportunidades de colaboración. Y frenamos nuestro crecimiento profesional, personal y espiritual.


Cuando hacer lo correcto es tu llamado, tu éxito está asegurado.


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